En medio de lo que ahora se llama una pandemia global, posiblemente la última pregunta en la mente de las personas es cómo el coronavirus podría afectar la lucha para detener el cambio climático. 

Pero a medida que el mortal virus covid-19 se propaga por todo el mundo a la velocidad del rayo, infectando a más de 200.000 personas en todo el mundo hasta la fecha, esta es una pregunta que debemos hacernos, dicen los expertos en clima.

"La rápida propagación del coronavirus podría descarrilar muchas de las principales conferencias sobre el clima que proporcionan una plataforma crucial para que los países se comprometan con objetivos más ambiciosos para reducir las emisiones de carbono, pero esos compromisos no pueden desaparecer sólo porque las personas no estén juntas en una gran sala", explica Maggie Comstock, experta en política climática de Conservación Internacional.

"Cuando sólo queda una década para prevenir los impactos más severos del cambio climático, 2020 todavía tiene que ser un año de acción".

A pesar de la reciente disminución de las emisiones mundiales debido en gran parte a la suspensión de los viajes aéreos en respuesta al virus, los impactos a largo plazo del covid-19 podrían hacer fracasar las medidas para frenar el colapso climático, señalan los expertos.

El aumento de los casos del virus en Italia ya ha interrumpido una conferencia en Roma, donde los expertos se reunieron el mes pasado para discutir un marco global para la protección de la naturaleza. A medida que la propagación del covid-19 en Italia fue noticia, la conferencia comenzó a estancarse.

"Nos fuimos a mediados de la semana", comentó la vicepresidenta de políticas internacionales de Conservación Internacional, Lina Barrera, a Justin Worland de la revista Time. "Algunas personas no vinieron en absoluto".

El brote también ha alterado las reuniones preparatorias antes de la Cumbre sobre la Acción Climática de las Naciones Unidas en Glasgow (Escocia), en la que los líderes se reunirán para cumplir los compromisos mundiales contraídos en virtud del Acuerdo de París de 2015.

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Virtual, pero no lo mismo 

¿Y qué pasa si estas negociaciones no se llevan a cabo por el coronavirus?

Una opción que se está considerando: hacer que las conferencias sean virtuales. Aunque esto podría preservar los eventos, podría presentar varios desafíos únicos, subraya Comstock.

"Necesitamos dominar el arte de las conferencias globales virtuales, pero esto sólo puede lograrse mediante ensayo y error, y no nos queda mucho tiempo para los errores. Esto es especialmente difícil en el contexto de una negociación".

Muchos países en desarrollo sólo tienen un acceso limitado a una tecnología fiable y a las conexiones de Internet, continúa Comstock, y sus voces pueden perderse si surgen dificultades técnicas. También añadió que las conferencias virtuales pueden obstaculizar la capacidad de los líderes para establecer las relaciones personales necesarias para llegar a un compromiso ante una emergencia climática.

"Cuando se está sentado en una mesa redonda con líderes mundiales o caminando con un representante en el pasillo, esa conexión cara a cara realmente importa", añade.

Por muy cruciales que sean estas negociaciones, crece la preocupación de que el brote supere las preocupaciones climáticas del público y debilite la voluntad política, una marea que ninguna cantidad de negociaciones podrá cambiar.

Brad Plumer y Henry Fountain escribieron para el New York Times que las crisis económicas -como la causada por el golpe del coronavirus y una guerra de precios del petróleo- tienden a poner las preocupaciones económicas por delante de las climáticas. ¿El derrumbe del petróleo, combinado con la severa restricción de viajes provocada por el brote, alterará permanentemente los hábitos de transporte? ¿Decidirán las empresas que la energía renovable es una inversión más segura? ¿Aprovecharán los gobiernos la oportunidad de establecer nuevas políticas climáticas? El tiempo lo dirá.

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¿El lado bueno?

Hay al menos un lado positivo en un breve paréntesis en las conferencias sobre el clima mundial, según Shyla Raghav, vicepresidenta de Cambio Climático de Conservación Internacional.

"Esta pausa nos da un estado de ánimo y un enfoque diferente para prepararnos para el éxito en estas grandes conferencias", anota, y resalta que debemos encontrar esas conexiones inusuales o no tradicionales con la gente para llegar a un consenso sobre los puntos que harían que las grandes conferencias sean más exitosas.

"Los impactos del coronavirus en la acción climática nos están obligando a reevaluar lo que hemos hecho bien, lo que estamos enfrentando para avanzar y cómo podemos localizar nuestras respuestas a la crisis climática", añade. "Necesitamos restaurar nuestro espíritu y dedicación a la causa climática y fortalecer nuestras conexiones con las comunidades locales".

Y la participación de las comunidades es fundamental. Se prevé que las políticas adoptadas por los estados, las ciudades y las empresas de Estados Unidos, por ejemplo, reduzcan las emisiones del país por lo menos en un 17 por ciento para el año 2025. A pesar de la reciente decisión de la Administración Trump de retirarse formalmente del Acuerdo de París, más de 2.700 ciudades, estados, empresas y organizaciones del país han prometido mantener sus compromisos de reducir las emisiones de carbono para frenar el cambio climático.

"Las comunidades, las ciudades y las empresas no tienen que esperar a la política; pueden empezar a hacer cambios ahora, y muchos de ellos ya están dando un paso adelante", indica Raghav.

"Con el cambio climático, nos enfrentamos a un problema mundial que requiere que la gente se reúna a escala mundial, pero si se nos impide hacerlo debido al coronavirus, debemos encontrar otras vías de progreso".


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